Obras y nombres claves en la construcción de la ecología como ciencia. La etapa pionera (1750-1900)
A los científicos implicados en el conocimiento de
los sistemas ecológicos y la resolución de los problemas ambientales,
amenazados hoy por la expansión de las ideas negacionistas y delirantes del
vendaval ciberpopulista y tecnofascista impulsado desde la Administración de
los Estados Unidos presidida por Donald Trump.
Introducción
La ecología, como
ciencia de los ecosistemas o, si se quiere, del estudio de las interacciones
entre los seres vivos y el ambiente, exige imponer un relativamente arbitrario
punto de inicio. Para ello se ha elegido el periodo conocido como la
Ilustración a modo de marco donde se construye el armazón moderno de la
ciencia. En este primer trabajo se finaliza de una manera relativamente poco
arbitraria en 1900, aunque en conjunto puede considerarse como un periodo
caracterizado básicamente por una escasa institucionalización de la ecología
como ciencias, es decir, una fase pionera de configuración de lo que terminará
siendo.
El repaso se centra
en la elección, siempre sometida a debate, de aquellos textos, sean éstos
libros o artículos, que se han considerado más relevantes en la formulación o
desarrollo de los principales términos y conceptos pioneros o en la
determinación de innovadoras líneas de investigación, aplicación o teorización
de la futura ciencia ecológica.
Para acabar esta
breve introducción solo queda sugerir un necesaria apunte, imposible de obviar
en los tiempos que corren, sobre la importancia que fue adquiriendo en el
desarrollo de esta ciencia nacida en Europa de las investigaciones y
aportaciones de científicos asentados en los Estados Unidos y apoyados en el desarrollo
de sus importantes instituciones científicas (universidades, laboratorios,
etc.). Una reflexión precisa en estos momentos en los que el gobierno del partido
republicano en el poder, cooptado por las ideas anticientíficas y negacionistas
está abocando al desastre y el desmantelamiento la rica estructura científica y
la indispensable investigación de la ciencia norteamericana en su conjunto y,
particularmente, la más implicada en el conocimiento y la resolución de los
gravísimos problemas ambientales que sufre el conjunto del planeta.
Entre 1749 y 88, Georges Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788) publica 36 volúmenes de su monumental e inacabada “Histoire Naturelle” (“Historia Natural”) una de las obras personales más impresionantes de todos los tiempos y a la que Bernard de Lacépède añadió ocho tomos más tras la muerte de Buffon. Es una inmensa obra asimilable desde las ciencias naturales a la Enciclopedia de Denis Diderot y Jean le Rond d”Alembert y con una similar influencia y difusión en su época, por lo que ambas representan en gran manera el compendio de conocimientos ofrecidos a la ciudadanía como parte del gran proyecto ilustrado del Siglo de las Luces. En la Historia Natural Buffon sustenta las bases científicas de la biogeografía entendida como el estudio de la distribución de las especies sobre la Tierra, un paso esencial en la comprensión de las relaciones entre los seres vivos y el medio, uno de los objetivos de la ecología posterior. Buffon repara en la presencia de especies diferentes en territorios geográficamente distantes (básicamente continentes diferentes), aún en ambientes similares, una observación que hoy nos resulta obvia, pero que es considerada como el primer principio general de la biogeografía, en el que se sustentará el posterior concepto de endemicidad. Buffon también incorpora en su obra algunas de las primeras ideas evolutivas al pensamiento biológico, siendo considerado por ello un precedente de Darwin anterior a Lamarck.
En 1789, el
matemático y economista Thomas R.
Malthus (1766-1834) publica de
forma anónima la primera edición de su “An Essay on the Principle of Population” (“Ensayo sobre el principio de la
población”). Posteriormente, con la segunda edición, aparecida en 1803,
ampliará la obra que tendrá varias ediciones más en vida del autor, aunque ya
sin alteraciones destacadas. Aunque Malthus no esta especialmente interesado
por las ciencias naturales, sienta una de las bases fundamentales de la
demografía sobre la que, posteriormente, tanto Charles Darwin como Alfred
Wallace, cada uno de forma independiente, fundamentarán su teoría de la
evolución de las especies por selección natural. La idea básica de Malthus
reside en la advertencia de que las poblaciones humanas crecen de forma
geométrica o exponencial, mientras que sus recursos alimenticios lo hacen solo
de forma aritmética o aditiva. Darwin y Wallace aplicarán este principio a la
naturaleza mostrando que el hecho de que las capacidades reproductivas de las especies
sean mayores que la disponibilidad de recursos permite la actuación de
mecanismos naturales de selección de los individuos, lo que tendrá
consecuencias en la determinación de quienes les heredarán y, por tanto, en la
evolución de la especie.
Entre 1805 y 1807, Alexander von Humboldt (1769-1859) publica en Paris “Essai sur la géographie des plantes” (“Ensayo sobre la geografía de las plantas”), uno de los resultados de las observaciones realizadas durante su amplio viaje por los continentes americanos realizado entre 1799 y 1804. Con ella se inicia el desarrollo de la biogeografía vegetal y la geobotánica que ya fueran esbozadas por Buffon. Entre sus aportaciones, Humboldt introduce la noción de cliserie vegetal que muestra gráficamente la ubicación de las comunidades vegetales en series altitudinales ordenadas en las cordilleras de acuerdo con los diferentes climas presentes.
En 1820, el botánico ginebrino Augustin P. de Candolle
(1778-1841), continuador de la obra de Linneo de sistematización de la
clasificación de los vegetales y proponente del término taxonomía,
redacta el artículo “Géographie Botanique” (“Geografía
botánica”) como parte del volumen 18 del Dictionnaire des Sciences
Naturelles editado en Levrault (París y Estrasburgo) por Frédéric Cuvier.
En él, De Candolle analiza la influencia de diversos factores ambientales en la
distribución de las plantas, así como de la competencia entre ellas y sus
consecuencias en la exclusión de especies. Padre de Alphonse de Candolle, su
obra encontrada continuidad en su hijo.
En 1822, Joakim F. Schouw (1789-1852), un botánico danés influido por los trabajos de Humboldt y de Candolle publica en Copenhague “Grundtræk til en almindelig Plantegeographie” (“Principales rasgos de una Fitogeografía general”), traducido al año siguiente al alemán. Se trata de un texto en el que sienta las bases de la nomenclatura con la que designar las asociaciones vegetales. De él procede la propuesta de añadir el sufijo –etum al nombre latino de la especie vegetal dominante en una asociación. También analiza el papel de diversos factores ambientales en la distribución de las plantas, destacando especialmente el efecto de la temperatura en lo que denomina fitogeografía.
En 1825 Adolphe Dureau de la Malle (1777-1857)
publica el artículo “Mémoire sur l'alternance ou sur ce problème: la
succession alternative dans la reproduction des espèces végétales vivant en
société, est-elle une loi générale de la nature?” (“Memoria sobre la
alternancia o sobre este problema: ¿Es la sucesión alternativa en la
reproducción de las especies vegetales que viven en sociedad una ley general de
la naturaleza?”), donde aparece muy probablemente por primera vez (al menos
esa es la opinión de Cowles, pionero en el estudio de los ciclos de sucesión
vegetal) el término “sociedad” aplicado a las comunidades vegetales, en
un precedente de los que luego se definirá como sociología vegetal. Lo mismo
ocurre con la idea de “sucesión vegetal”.
En 1838, un
tiempo en el que las obras de Malthus habían generalizado el interés por el
análisis de los datos demográficos, el
matemático belga Pierre François
Verhulst (1804-1849) escribe la fórmula del crecimiento logístico de las
poblaciones en una situación con recursos limitados, desarrollando así la
idea de Malthus del crecimiento exponencial sin límites. La fórmula aparece en
el boletín de A. Quetelet titulado “Correspondance mathématique et physique de
l’Observatoire de Bruxelles” con el título “Notice sur la loi que la
population poursuit dans son accroissement” (“Aviso sobre la ley
acerca de que la población continúa en crecimiento”), aunque tendrá más
trascendencia su posterior presentación en 1845 en un artículo titulado “Recherches
mathématiques sur la loi d'accroissement de la population” (“Investigaciones
matemáticas sobre la ley de crecimiento de la población”) publicado dentro
de las “Mémoires de l'Académie Royale des Sciences, des Lettres et des
Beaux-Arts de Belgique”. De la fórmula de Verhulst se deduce la famosa K
de la limitación de la población debida a los recursos (originalmente Verhulst
la denominó P), conocida hoy como “capacidad de carga” de la población.
En este mismo año 1838, el alemám August Grisebach (1814-1879) publica en la revista Linnaea "Ueber den Einfluss des Climas auf die Begranzung der natuslich Floren" (“Sobre la
influencia del clima en los límites de la flora natural”), donde propone usar el término “formación
fitogeográfica”, que “denominaría
a un grupo de plantas que presentan un carácter fisiognómico definido, tal como
una pradera, un bosque, etc.; una formación fitogeográfica”. Para el historiador de la ecología Pascal
Acot, esta definición ejerció una gran influencia en la evolución de la
botánica de las agrupaciones vegetales, ya que al yuxtaponer criterios
fisionómicos y florísticos retrasó la posterior segregación entre las
clasificaciones de formaciones fisiognómicas y asociaciones florísticas
(fitosociológicas).
En 1840, Justus von Liebig (1803-1873), químico orgánico alemán considerado el fundador de la química agrícola, publica “Organic Chemistry and its Aplication to Agriculture and Physiology” (“Química orgánica y su aplicación a la agricultura y la fisiología”), donde estudia las conexiones y dependencias entre las plantas y los nutrientes y enuncia la Ley del mínimo, que sostiene que de todos los factores nutricionales limitantes del crecimiento vegetal el que esté más cercano al límite de tolerancia de la planta será el que ejerza el control efectivo sobre su crecimiento y desarrollo. Esta ley del mínimo será extendida posteriormente a otros factores ambientales como la humedad y la temperatura. De este modo, Liebig se constituye en un pionero de la fisiología ecológica vegetal.
En 1855, Alphonse P. de Candolle (1806-1893) publica
“Géographie botanique raisonnèe ou Exposition des faits principaux et des
lois concernant la distribution géographique des plantes de l´epoque actuelle”
(“Geografía botánica razonada o Exposición de los hechos principales y de
las leyes que conciernen a la distribución geográfica de las plantas de la
época actual”), un texto en el que resalta la coincidencia geográfica en
las que denomina regiones botánicas de especies de plantas
filogenéticamente emparentadas. Alphonse, hijo de Augustin de Candolle, de cuya
obra pionera es continuador, se muestra especialmente interesado en el origen
de las plantas cultivadas y la fitogeografía.
En 1858, el ornitólogo británico Philip Lutley Scatler (1829-1913) publica “On the general Geographical Distribution of the Members of the Class Aves” (“Sobre la distribución geográfica general de los miembros de la Clase Aves”), donde define seis regiones zoogeográficas en las que divide el planeta. Son: Paleárctica, Etiópica, Índica, Australiana, Neárctica y Neotrópica. Esta zoogeografía será retomada por Wallace y, en líneas generales, corresponde con las se reconocen en la actualidad. El trabajo de Scatler se basa fundamentalmente en la distribución de las aves, grupo zoológico del que fue un consumado especialista. Con su propuesta diferencia la incipiente geografía zoológica de la más desarrollada fitogeografía o geografía de las plantas
En 1859, Charles Darwin (1809-1882) publica “Origin of Species” (“El origen de las especies”), la obra seminal de la moderna teoría de la evolución sobre la que descansará toda la biología moderna. Aunque fue el año anterior (1858) cuando Darwin y Wallace presentaron ante la Sociedad Linneana de Londres (aunque, por motivos diferentes, ninguno estuvo presente) sus respectivos artículos donde trazan las ideas esenciales de la evolución por selección natural, la cita no tuvo gran trascendencia, pero empujó a Darwin a terminar el libro donde asienta la evolución como base explicativa de la diversidad de especies. En sus páginas, el Origen alberga, además numerosas referencias que tienen que ver con la futura ecología, entre las que el historiador de la ecología Frank Egerton destaca la descripción sucinta de una cadena de relaciones tróficas y simbióticas (trébol rojo-abejas-ratones de campo-gatos, basada en un trabajo anterior de H.W. Newman), sobre las que hace unas incipientes deducciones acerca de la dinámica de poblaciones. Egerton también advierte sobre una referencia previa de Darwin a una cadena trófica simple en la descripción que hizo de las colonias de aves marinas de las islas de St. Paul en el Atlántico medio, publicada en su relación de datos obtenidos durante su viaje a bordo del Beagle.
En 1876, Alfred R. Wallace (1823-1913) publica
“The Geographical Distribution of Animals” (“La
distribución geográfica de los animales”), considerado el fundamento de la zoogeografía
moderna. En esta obra de dos volúmenes sigue la estela de la organización
mundial en regiones zoogeográficas propuesta anteriormente por Scatler. Wallace
había trabajado recolectando ejemplares en la región amazónica, para
trasladarse más tarde a las islas del archipiélago malayo donde diferenciaría
dos grandes grupos de faunas separadas por una línea teórica que discurre entre
las islas de Borneo y Célebes (hoy, Sulawesi) y continúa entre Bali y Lombok, y
que lleva su nombre. Pero será ya en su vuelta a Inglaterra cuando realiza el
trabajo de revisión de la distribución mundial de la fauna conocida. En 1880
amplió su análisis a los ambientes insulares en “Island Life” (Vida
en las islas).
A pesar del hecho de bautizar la ciencia y definirla en
varias ocasiones, el historiador de la ciencia R. C. Stauffer consideró que los
trabajos de Haeckel nada tuvieron que ver con lo que luego recibiría el nombre
de ecología, advirtiendo incluso que
llegó a manifestar cierta hostilidad ante los trabajos de Hensen sobre el
plancton, que en aquel momento tenían muchos puntos en común con lo que unas
décadas más tarde sería la ecología. Del mismo parecer es otro historiador de
esta ciencia, Pascal Acot, que extiende su desautorización a otros naturalistas
destacados: “ni Lyell, ni Darwin, ni Haeckel desempeñan un papel importante en
el proceso histórico de constitución de la ecología”.
En 1872, August Grisebach (1814-1879) publica
su monumental “Die Vegetation der Erde nach ihrer Klimatischen Anordnung”
(“La vegetación de la Tierra según su disposición climática”), donde
describe más de sesenta formas de formaciones fitogeográficas o “grupo
de plantas con un carácter fisonómico completo, como un prado, un bosque y
similares”, un concepto que había propuesto en 1838 en otro libro titulado
“Über den Einfluß des Klimas auf die Begrenzung der natürlichen
Floren” (“Sobre la influencia del clima en la limitación de las
floras naturales”). Desarrolla conceptos fisiognómicos y relaciona la
distribución de la vegetación con factores climáticos. La vegetación de la
Tierra se considera la primera visión global de la vegetación del planeta,
que aparece resumida cartográficamente.
En 1877, Karl A. Möbius (1825-1903) introduce el término y concepto de biocenosis. En “Die Auster and die Austerwirtschaft” (“Las ostras y los bancos de ostras”), publicado por Wiegumdt, Hempel and Parey (Berlin), escribe: “Un grupo de organismos vivos se corresponden en su composición (por ejemplo, en número de especies y de individuos) con un grupo particular de condiciones ambientales. Estos organismos se ven atados por la dependencia mutua de unos con otros y son capaces de mantenerse a si mismos, a través de la reproducción, en una localidad particular… si alguna de las condiciones es cambiada durante una cierta cantidad de tiempo, la estructura de la comunidad se verá cambiada”. Möbius propone el término biocenosis al constatar que la ciencia carece de un término para ese concepto: “La ciencia no poseía, hasta ahora, ninguna palabra con la que una comunidad de seres vivos pueda ser designada; ninguna palabra para una comunidad en la que la suma de las especies y de los individuos, mutuamente limitados y seleccionados por las condiciones externas medias de la vida, continúen, por medio de la reproducción, en posesión de un territorio definido. Propongo la palabra biocenosis para tal comunidad”. Para P. Acot es un término novedoso y clave, pues “por primera vez en la historia, un concepto científico permite pensar en una entidad biológica integrada por elementos que pertenecen a dos Reinos diferentes”. Sin embargo, Acot anota que la propuesta tan solo anuncia el advenimiento de lo que denomina “biocenótica”, pues Möbius “no elabora un cuerpo conceptual capaz de crear las condiciones teóricas necesarias para una práctica auténtica de la biocenótica”. En este sentido, Möbius, más que en un “instigador de una disciplina”, quedaría para la historia de la ecología como un “inventor de conceptos”, similar a lo que fue Haeckel con respecto al nombre de esta ciencia.
En 1880, Stephen A. Forbes (1844-1930), que
trabajaba en el Laboratorio de Historia Natural del Estado de Illinois, publica
en el boletín de su institución “On
some interactions of organisms” (“Sobre algunas interacciones de los
organismos”), donde avanza en los conceptos de con los planteamientos de
interconexión e interdependencia entre comunidades que introdujera algo antes
Möbius.
En 1881, Karl Semper esboza la noción de pirámide ecológica en “The natural conditions of existence as they
affect animal life” (Cómo las condiciones naturales de la existencia
afectan a la vida animal”), publicado por Kegan Paul and Co., en Londres.
La pirámide ecológica es un concepto que concretará posteriormente Charles Elton.
En 1887, Stephen A. Forbes (1844-1930) publica su trabajo “The Lake as a Microcosm” (“El lago como un microcosmos”) en el Boletín de la Asociación Científica de Peoria, en Illinois. En él realiza el análisis de un lago entendido como un complejo orgánico, armonioso y derivado de las interrelaciones complejas de la comunidad de seres vivos que lo habitan. Influido por las ideas de Herbert Spencer (conocido por su desarrollo del mal llamado “darwinismo social”) sobre el balance o equilibrio de la naturaleza, que supone la existencia de unos “intereses comunes” entre las especies y sus competidores de forma que se alcanza un equilibrio entre reproducción y mortalidad: “A partir de estas duras condiciones, se ha desarrollado un orden que es el mejor concebible... que realmente logra para todas las partes involucradas el mayor bien que las circunstancias permitan.... ¿No hay, en esta reflexión, una base sólida para creer en la beneficencia final de las leyes de la naturaleza orgánica?”. Forbes entiende el lago, como dice en el propio título de su artículo, como un “microcosmos dentro del cual todas las fuerzas elementales trabajan y el juego de la vida progresa completamente, pero en tan pequeña escala que se aprehende fácilmente en la mente”, “un pequeño mundo en sí mismo”. Así, propone un examen de la vida lacustre de Illinois para concluir que hay un “armonioso balance de los intereses conflictivos donde cada elemento es o bien hostil, o bien indiferente a cualquier otro”. Habla de la “sensibilidad” de un “complejo orgánico”, expresada por el hecho de que cualquier cosa que afecte a una especie presente en él, tendrá algún tipo de influencia sobre el conjunto general. El concepto de microcosmos es uno de los antecedentes intelectuales del posterior concepto de ecosistema que determinará el sentido final de la ecología como ciencia global (la sinecología de Ramón Margalef).
En 1890, el botánico
alemán Oscar Drude (1852-1933), director del Jardín botánico de
Dresde, escribe “Handbuch der Pflanzengeographie” (“Manual
de fitogeografía”), texto que influirá en Clements y que se ubica a medio
camino entre las ideas fitogeográficas y las nuevas ideas ecológicas que
aportarán más tarde Warming y Schimper.
En 1896, el botánico
Jozef Paczoski (1864-1942),
profesor de la universidad de Poznan y que ejercerá desde 1920 como primer
director del Parque Nacional de Bialowieza, publica en Varsovia “Życie
gromadne roślin” (“Vida social de las plantas”), donde consolida
su propuesta de 1891 de usar el término fitosociología en sustitución
del anteriormente usado de florología: “Fitosociología
es el estudio de las características, clasificación, relaciones y distribución
de las comunidades de plantas”. Paczoski introducirá posteriormente el
término en Rusia en 1898, apareciendo también en Francia por primera vez en
1910 o en USA en 1917.
En 1892, François-Alphonse Forel (1841-1912), limnólogo suizo, publica el primer volumen de “Le Léman. Monographie limnologique” (“Leman. Monografía limnológica”), acabando la obra con el tercer volumen en 1904. Como opinan Margalef y otros limnólogos posteriores, será un texto clave para la limnología, con numerosas ediciones. Previamente, en 1869, había publicado “Introduction à l'étude de la faune profonde du Lac Léman”, considerada por algunos como el primer trabajo plenamente limnológico, aunque será la obra de 1892 la que lo consagrará como el padre de la limnología, ciencia a la que bautiza. En Le Léman, Forel describe cadenas tróficas donde aprecia ciclos de materiales. En su extenso trabajo Forel confiesa que trata de ofrecer una generalización o visión general de todo lo investigado en el lago y que, por ser en cierto modo un ámbito terrestre, su descripción general podría considerarse un tipo de geografía, y que, dado que la geografía de las aguas marinas se conoce como oceanografía, lo suyo sería una oceanografía de agua dulce, aunque el tamaño de un lago no sea comparable con el de un océano. Por todo ello, concluye, al no existir un término adecuado para su disciplina, “es necesario acuñar la palabra limnología”. Apunta, además, que no ha podido llamar limnografía a su estudio por estar el término apropiado para ciertos instrumentos utilizados en las mediciones de los lagos. Concluye que “La limnología es, pues, la oceanografía de los lagos”.
En 1895, la palabra ecología aparece por primera vez en el título de un tratado de geobotánica general. Se trata de la obra “Plantesamfund: Grundtræk af den økologiske Plantegeografi” (“Comunidades vegetales: Características básicas de la geografía vegetal ecológica”), un libro escrito en danés por Johannes Eugenius Bülow Warming (1841-1924), profesor de botánica en la universidad de Copenhague. Se traducirá al alemán en 1896 (Lehrbuch der ökologischen Pflanzengeographie) y, aumentada, al inglés en 1909 (“Oecology of Plants. An Introduction to the Study of Plant-Communities”). Para Acot, esta obra “es un tratado de ecología, pero también una teoría de la ecología”, siendo este segundo aspecto el que verdaderamente justifica, para este autor, la trascendencia de Warming, con quien, considera, nace la ecología vegetal, pues “es la primera vez que aparecen agrupadas en un cuerpo bien estructurado de temas, centrado en el estudio sistemático de las formas biológicas que constituyen las comunidades vegetales”.
En 1898, Clinton Hart
Merriam (1855-1942), un zoólogo norteamericano publica “Life Zones
and Crop Zones of The United States” (“Zonas de vida y zonas de
cultivos de los Estados Unidos”) donde, a partir de sus estudios en la
Montaña de San Francisco de Arizona, propone un sistema de distribución
altitudinal y latitudinal de los seres vivos para Norteamérica, determinado por
la temperatura. Lo denomina sistema de las “zonas de vida”, introduciendo un término que será ampliado,
mejorado y generalizado por Holdridge.
En 1898, Andreas Franz Wilhelm Schimper (1856-1911), botánico de Estrasburgo
que trabajó en la Universidad de Bonn, publica en Leipzig “Pflanzengeographie auf physiologischer
Grundlage” (“Geografía
vegetal desde una base fisiológica”) traducida al inglés en 1903. Schimper
hace hincapié en las características morfológicas de la vegetación y su valor
adaptativo, por lo que es considerado por muchos, junto a Warming, el origen de
la moderna ecología fisiológica vegetal.
También en 1898,
Roscoe Pound (1870-1964) y Frederick Edward Clements (1874-1945) publican “The Phytogeography of Nebraska” (“La fitogeografía de
Nebraska”), junto con un artículo publicado en la revista Botanical Gazette acerca de la
vegetación de las praderas norteamericanas. Para ello, Pound y Clements
introducen el sistema de cuadrados como forma de cuantificar la vegetación y
así documentar la transición gradual entre las praderas de hierbas del Este de
Nebraska y las formaciones de pastizales de búfalos del Oeste, un método
pionero en la investigación de la vegetación que se generalizará
posteriormente.
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